La política nos invade e invade todos los ámbitos de nuestra vida social y personal. Se entremete en la Justicia cuando debería ser una parcela totalmente independiente e imparcial. La política tiene una gran influencia en la economía del país, la política se apodera de la televisión, la política regula nuestras relaciones sociales y hasta se hace dueña de muchas de las conversaciones privadas que mantenemos entre amigos y familiares.
Ya parece que aquella finalidad primera que tenía encomendada la reina POLÍTICA ha quedado en el olvido y más que garantizar nuestros derechos y mejorar nuestras condiciones de vida está haciendo justamente lo contrario. No hay más que ver lo que ha sucedido con la última huelga general convocada por los sindicatos para el pasado 29 de Septiembre:
La huelga siempre ha sido un instrumento de lucha en manos de los trabajadores para reivindicar mejoras de las condiciones laborales. Sin embargo, el espectáculo vivido en España la semana pasada más que el manifiesto de una lucha en defensa de los derechos de los trabajadores podría considerarse el show de una pantomima inconmensurable.
Para empezar, no le veo ningún sentido a que se convoque una huelga casi cinco meses después de que se anunciaran esos cambios de la reforma laboral contra la que se luchaba. Tanto tiempo después, la mayoría de los españoles ya ni se acuerdan del motivo por el que se lucha.
Además, en estos tiempos de crisis, entre el grupo de los afortunados que disfrutan de un puesto de trabajo no todos pueden darse el lujo de dejar de cobrar el salario de un día de huelga, sobre todo porque muchos de ellos disfrutan de trabajos de temporales y además el gobierno ya ha había dado como inamovible la reforma.
Tampoco hay que olvidar que muchas de las medidas de reforma a adoptar son casi impuestas desde fuera de nuestras fronteras y que España se encuentra en una situación tan delicada que no tiene mucho margen de maniobra fuera de ese paquete soluciones.
¿Entonces, por qué hacer huelga? Y si aún así se presiente utilidad de la huelga, ¿por qué hacerla tan tarde?
Creo que los sindicatos están perdiendo o han perdido ya casi toda la credibilidad de la que gozaban en tiempos pasados. Se han dejado arrastrar por el torrente de la reina POLÍTICA. Porque desde que la mayor parte de su financiación procede de las arcas públicas han perdido toda imparcialidad e independencia en la defensa de sus fines. Porque no se puede luchar contra quien nos mantiene y porque la reina POLÍTICA y los intereses partidarios y personales nos han hecho perder los ideales por los que un día luchamos. Y es más, no sólo nos hemos dejado arrastrar a nosotros mismos, perdiendo nuestros principios sino que además pretendemos obligar a los demás a que hagan lo mismo, o ¿me quiere explicar alguien por qué los malditos piquetes obligaron el pasado miércoles a cientos de personas de este país a hacer huelga aún cuando no era esa su intención? ¿Eso es hacer uso de nuestros derechos?, ¿imponer nuestra santa voluntad? ¿Ésta es la democracia por la que sufrimos y luchamos durante tantos años?
El bochornoso espectáculo protagonizado por los sindicatos de este país con la huelga del 29 S ha evidenciado un pacto entre Gobierno y Sindicatos que ha convertido a éstos en meras marionetas a expensas de su “financiador”, que muy hábilmente los ha comprado para ahorrarse enfrentamientos que puedan enturbiarle su camino. No me extraña así el dato de que el 70 % de los diputados del Congreso tengan o hayan tenido el carnet de UGT. El engaño se extiende a una institución que su día fue una herramienta prestigiosa
Hemos vuelto a los tiempos en los que el dinero y en este caso la reina POLÍTICA todo lo puede. Hemos retrocedido en el paso firme hacia la democracia que dimos hace más de 30 años y no podemos culpar a nadie nada más que a nosotros mismos y a las organizaciones que nosotros apoyamos.
L04/10/2010