Desde muy temprana edad surgió en mí, de forma espontánea, la curiosidad y el interés por conocer a gente desconocida, de otras zonas de España y del mundo a través del uso de la palabra escrita, ya que la escritura siempre fue un lenguaje que me gustó y con el que me sentía cómoda.
Con tan sólo doce o catorce años disfrutaba leyendo en las revistas semanales los anuncios de gente que buscaba amistad por carta. Eran tiempos en los que ni si quiera habíamos oído hablar de Internet y el hábito de escribir cartas, primero a mano y luego a través de ordenador, estaba consolidado. Escribir cada una de aquellas cartas a gente desconocida despertaba en mí un alto grado de ilusión, pero regresar cada día del colegio o del instituto con la esperanza de encontrar en el buzón una carta de respuesta me llenaba de más entusiasmo aún. Se trataba de cosas sencillas: dar a conocer un poco tu vida, tu pueblo, enviar alguna foto, algún folleto turístico…. Pero era una aventura fascinante, conocer otra gente, otros sitios, otras culturas…
Durante la época de instituto se abrió la posibilidad de abrir nuevos campos con la experiencia de los “penfriends”, que no eran más que un puñado de direcciones postales que podías comprar por el módico precio de veinte duros, eligiendo el país de destino que más te gustara. Era una forma bastante interesante de practicar el idioma extranjero, en mi caso el inglés. Así, escribí y recibí cartas de Malta, Inglaterra, Rusia, Armenia, USA……hasta que poco a poco la gente se iba cansando de escribir y hacían que se perdiera el contacto. No obstante, hubo una excepción: una “penfriend” de Finlandia demostraba tener tanta curiosidad por una cultura diferente, tanta fuerza de voluntad y constancia como mostraba yo.
Así, hoy día, después de más de 15 años desde que nos escribiéramos la primera carta, aquella finlandesa desconocida se ha convertido en una de mis mejores amigas, a la que he visto varias veces en persona y hemos compartido juntas momentos muy importantes de nuestras vidas. Puede que parezca una situación un poco extraña para quien no haya vivido una experiencia así, pero es la sensación de que conoces muy a fondo a la otra persona a pesar de que hayas hablado frente a ella apenas 5 ó 6 veces. Es la convicción de conocer a la otra persona a fondo porque más de 15 años avalan una estrecha y detallada comunicación de miles y miles de aspectos generales y personales de nuestras vidas. Sabes cuál ha sido su experiencia, sus ideales, su forma de pensar, su estilo de vida….. Creo que algunos de los que consideramos a menudo nuestros “amigos”, a esos con los que todos los días nos vamos a tomar la cerveza o la copa puede que no los conozcamos tanto a pesar de haber compartido con ellos, cara a cara, montones de horas.
Y bueno…pasó el tiempo, cambiaron los tiempos y ahora pasamos la mayoría de nuestro tiempo diario sentados delante de una pantalla de ordenador. Internet ha revolucionado nuestras vidas. Es ahora cuando se ha extendido de forma casi generalizada la tendencia de conocer a gente a la que no le vemos la cara. Sin embargo, a la vez, se ha extendido la creencia (sobre todo entre la gente más mayor) de que ésta no es una buena forma para conocer a gente y que incluso puede ser peligroso.
Como todo en esta vida, puede ser bueno o puede ser malo, pero no más ni menos bueno o malo que cualquier otra experiencia que podamos tener con gente conocida en la calle directamente. Mentirosos hay en todos sitios, gente peligrosa corre por cada rincón de esta sociedad y el verle o no verle la cara no nos garantiza nada.
Desde mi experiencia particular, puedo decir que he recibido más satisfacciones que disgustos de la aventura de conocer a la gente sin saber cuál es su cara en principio, sin saber qué tono de voz tenían… Quizás sea porque haya tenido suerte o quizás sea porque la palabra escrita invita más a la reflexión, porque supone un mayor esfuerzo expresarla y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo, porque es una comunicación en la que importa menos el aspecto físico y más el contenido de fondo…
Sólo puedo decir que a día de hoy no sólo tengo como una de mis mejores amigas a una antigua “penfriend”, me he casado con un hombre que conocí en persona pero que no habría llegado a ser mi marido sin la intervención de internet, y mejoro uno de mis hobbies (la fotografía) a través de un foro de internet, con un grupo Nicks que ahora son personas encantadoras con las que comparto no sólo mi pasión por la fotografía sino también mi vida personal.
V12/11/2010