miércoles, 7 de abril de 2010

NOTICIA: "Granada está a la cola de Europa en hogares conectados a Internet".

Sale el dato o la noticia de que Granada es una de las provincias españolas que menos usa Internet y se escuchan valoraciones y opiniones de todos los colores, aunque, sin duda alguna, la opinión mayoritaria, o, al menos la que más se hace oír, es la de que la noticia es una catástrofe. Conclusión: no estar a la cabeza del uso de las tecnologías nos hace ser peores que otras provincias o países.

Y, ¿Quién define lo que es mejor o lo que es peor? Habernos vuelto personas totalmente dependientes de Facebook, Messenger, Google, el teléfono móvil, etc... nos hace personas más cómodas, ¿pero nos hace mejores? ¿obtenemos más satisfacción consiguiendo lo que creemos que necesitamos con apenas teclear unos segundos? La respuesta inmediata puede ser positiva si lo que buscamos es ahorrar el tan preciado tesoro del tiempo. ¿Pero eso nos da la misma satisfacción que obtener esas necesidades directamente relacionándonos con otras personas? (yendo al banco para hacer una transferencia bancaria y verle la cara de alegría o de pena que tiene hoy el banquero, haciendo una visita a su casa a un amigo que acaba de salir de una enfermedad y no limitándonos simplemente a corresponderle con una llamada de teléfono……).

No voy a decir yo que el uso de las nuevas tecnologías sea “el demonio”, que es como lo consideran algunas personas. De hecho, es un hábito que está consolidado en mi vida diaria. Pero también he detectado que el trato y las relaciones personales me enriquecen y me hacen mucho más feliz que la frialdad de un ordenador o un teléfono. Un gesto, una mirada, una sonrisa o mero tono de voz de una persona me pueden hacer el día especial, me hacen sentirme plena.

Por otro lado, parece ser que, hoy día, para ser una persona, una ciudad, o una institución con todas sus letras hay que estar a la cabeza de las estadísticas: estar entre las rentas per capita más altas, entre los índices más elevados de uso de Internet, entre los más altos, los más guapos, los más limpios……

Pero…..¿realmente tenemos que ser los primeros en todo? Está claro que esta tendencia también ha contagiado a la esfera personal y familiar. Desde que somos pequeñitos nuestros padres quieren tener al niño más listo, con mejores notas, con más actividades extraescolares, con más premios…

Muchas de las actividades que dominan nuestras vidas están apoyadas en calificaciones, competiciones, concursos, carreras o gymkhanas. Y….bueno, pueden ser una buena vía para sacar lo mejor de nosotros mismos en ciertos ámbitos, como puede ser el caso del deporte. Sin embargo, ¿tienen sentido los concursos de pintura, escultura, música etc? ¿Realmente se puede medir si una obra de arte es mejor que otra? ¿quién tiene la razón absoluta para premiar un resultado u otro? Y aún en el caso de que alguien o algo tuviera esa razón absoluta y objetiva para hacer un ranking objetivo, ¿merece la pena luchar por ser el/la mejor en todo? ¿somos mejores personas? ¿o acaso más felices alcanzando el podium?

Desde luego, la educación que recibimos desde que abrimos por primera vez los ojos en este mundo nos condiciona en un porcentaje bastante elevado, al igual que las tendencias con las que nos pisotea la sociedad actual. Pero también influye nuestra personalidad y nuestra voluntad. Si no creemos que ser el/la mejor en algo nos vaya a hacer más felices deberíamos tomarnos esta obra de teatro como un espacio y un tiempo para disfrutar mirándonos a nosotros mismos y no tanto en obtener la aprobación y la congratulación de los demás. Porque el sistema nos impone sus normas pero no necesariamente nos obliga a seguirlas. ¿Acaso no podemos pararnos a reflexionar, hacer un poquito de auto-conocimiento y concretar qué nos hace felices a nosotros mismos y no tanto a la sociedad que nos rodea? Tal vez lo que nos hace felices a nosotros mismos también haga feliz a nuestra sociedad, ¿por qué no? Pero, ¿y si no es así?

Hoy día los hábitos cotidianos no nos lo ponen muy fácil, pero la fuerza de nuestra voluntad siempre podrá con todo tipo de apisonadoras, por muy pesadas y destructoras que éstas sean.

X07/04/2010

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