martes, 20 de abril de 2010

¿Libertad sí o libertad no?

Qué tiempos éstos que corren en los reina la comodidad hasta tal extremo que queremos que todo nos lo haga o nos lo solucione otro.

Desde que nacemos, ya la misma naturaleza nos dota de un padre y una madre que normalmente nos saca adelante, haciéndonos todo lo que necesitamos y más para sobrevivir y poder crecer. En casa nos protegen nuestros padres, en la guardería los cuidadores y en el colegio ya se nos asignan profesores a los que la ley hace responsables de todos y cada uno de los actos de sus alumnos.

Así van pasando los años en el crecimiento personal de cualquiera, sin tener mucho margen de maniobra para pensar o actuar por uno mismo sin el consejo o la orden de otro status superior que nos supervise o nos controle. Siempre existe una autoridad que nos impone su voluntad y a la vez se responsabiliza de las consecuencias que se deriven de los actos que hemos llevado a cabo en obediencia a esas órdenes. ¿Pero dónde queda la libertad personal para pensar, decidir y actuar? Porque… en casa manda papá/mamá, en los juegos familiares el hermano mayor lleva el mando, entre amigos el cabecilla de la pandilla siempre lleva la iniciativa, en el colegio el profesor pone las normas y hasta en la universidad, donde se supone que debería existir más libertad para llevar el aprendizaje y la investigación a su máximo nivel, los profesores son grandes autoridades.

Pero como ya digo, esa falta de libertad tiene su contrapartida “buena” ya que no tenemos libertad pero tampoco tenemos la responsabilidad de decidir ni hacer nada importante. La libertad siempre ha sido un concepto que conlleva una gran dosis de responsabilidad, pues no hay libertad si no respetamos la libertad de los demás y asumimos las consecuencias de nuestras decisiones. De esta manera, si ejercemos la libertad y queremos que ésta también esté disponible para los demás, tenemos que pensar en esos “demás” a la hora de tomar nuestras decisiones. Porque, aunque muchas veces no lo creamos, nuestros actos influyen de una manera y otra a los demás. No somos seres aislados metidos en burbujas aislantes.

¿Y qué pasa cuando hacemos algo que tiene consecuencias desagradables, complicadas o indeseables? Pues pasa lo que vemos a diario a nuestro alrededor: que no sabemos afrontarlo porque nos hemos convertido en personas tremendamente irresponsables, incapaces de resolver nuestros propios problemas. Pero no queda la cosa ahí. A la vez, exigimos que otro nos lo solucione: papá o mamá, el profe de turno, papá-Estado, papá-Junta, papá-Ayuntamiento…

¿Que llueve y me entra agua en mi casa? Que vengan y me la arreglen. ¿Qué tenía comprado un vuelo y la compañía va a la quiebra? Pues que venga papá-Estado y nos compense de alguna manera. ¿Qué soy madre soltera y el padre no quiere hacerse cargo de mi hijo? Que los servicios sociales me ayuden, que yo tengo más necesidad que otras madres…

Sólo sabemos apelar al paternalismo que hemos mamado desde que abrimos los ojos en este mundo. Entonces… ¿para qué reclamamos más libertad? ¿libertad para que luego venga otro a deshacer nuestros entuertos? ¿Esa es nuestra madurez? ¿Esa es nuestra responsabilidad? ¿No parece que la coherencia brilla por su ausencia? Llevamos el reclamo de libertad por bandera en cada paso: libertad para consumir todo tipo de drogas, pero que luego nos cubra la Seguridad Social los malestares o las enfermedades que puedan causarnos, libertad para educar a nuestros hijos a nuestro antojo, pero si luego no puedo barajar al niño y provoca daños a otro que se hagan cargo los servicios sociales o quien sea……¿Pero en qué mundo vivimos? ¿Queremos libertad o no la queremos? ¿No será que es más cómodo seguir alimentándonos de este paternalismo exagerado?

M20/04/2010

2 comentarios:

  1. Que razón tienes Silvia, Creo que hemos perdido los valores de convivencia,nos hemos vuelto egoístas y lo peor de todo es que es eso lo que les enseñamos a nuestros hijos

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  2. Bueno, las circunstancias y nuestra dejadez nos están haciendo perder los valores. Por eso creo que un poquito de reflexión puede ser bueno y necesario, porque... habrá algo que podamos hacer para contrarrestrarlo, ¿no? Seguramente no podremos con todo el peso de esta sociedad, pero un granito de arena es un granito de arena.

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